Las temperaturas extremas del verano ponen nuestras viviendas a prueba. Cuando llegan estas fechas sufrimos en nuestras carnes lo que implica tener un hogar mal aislado o con problemas de ventilación y refrigeración. Tanto si tu casa es un horno como si tu factura eléctrica se dispara con el aire acondicionado, estos consejos te vendrán bien para ahorrarte sudores.
1. Ventanas con doble acristalamiento
Las ventanas son la parte del edificio donde se registran más pérdidas energéticas, así que el doble acristalamiento será un buen aliado para el confort térmico la vivienda. También ayudan considerablemente la utilización de vidrios que poseen baja transmisión térmica y bajo factor solar (relación entre la energía que entra en una sala a través del cristal y la energía solar que incide en la superficie exterior de dicho vidrio perpendicularmente), o perfiles de ventana con rotura de puente térmico. Por otro lado, comprueba las tiras de los cierres en las ventanas porque se deterioran con el tiempo. Si se despegan fácilmente o puedes sentir el viento pasar por la ventana cerrada, posiblemente necesitan un recambio. Tú mismo puedes cambiarlas si las retiras con agua caliente y limpias bien antes de poner las nuevas. Evita en la medida de lo posible la insolación directa sobre los cristales. Las persianas o toldos exteriores también te ayudarán a mantener la vivienda aislada.
2. Ventila por las mañanas y por las noches
Ventila por las mañanas y por las noches, cuando bajan las temperaturas. También es recomendable ventilar durante el día si tu vivienda dispone de ventilación cruzada, que básicamente consiste en la ventilación natural de la casa generando corrientes naturales al abrir al mismo tiempo ventanas opuestas. Eso sí, presta atención a la dirección predominante de los vientos y en qué fachadas da el sol para evitar que el aire que entra sea más cálido que el que sale.
3. Aisla el suelo
Los suelos son una fuente de pérdida energética en los edificios que puede alcanzar fácilmente valores del 15%, especialmente aquellos en contacto con el terreno, con el exterior o con locales sin calefacción, como garajes o almacenes. Existen materiales que, en una rehabilitación, ayudan a mejorar el aislamiento de los suelos como los suelos secos que incorporan aislamiento térmico en sus placas reduciendo considerablemente las pérdidas energéticas. Su colocación se hace de forma rápida y sencilla sin necesidad de tiempos de secado en su instalación, como su nombre indica.
Otra posibilidad son los suelos sobreelevados, que crean una cámara de aire que actúa como aislante térmico. También son cómodos de instalar porque suelen consistir en placas modulares, lo que permite intercambiarlas fácilmente. Aunque es una solución más frecuente en oficinas o locales, cada vez se está instalando en más viviendas, siempre y cuando la altura libre de las mismas lo permitan, en función de los límites mínimos que establezca la normativa urbanística de la zona.
4. Utiliza burletes en las puertas
Las puertas también ejercen de aislantes entre diferentes departamentos de la vivienda y hacia el exterior. Mejorarás notablemente su rendimiento si ajustas su cierre a través de burletes, unas tiras flexibles de material aislante que puedes instalar tú mismo. Son bastante económicas y dan buenos resultados. Es importante que la puerta principal de la vivienda tenga propiedades aislantes, especialmente si da directamente al exterior.
Sobre las puertas del interior, el criterio de mantenerlas abiertas o cerradas tiene sus pros y sus contras, por lo que no será fácil tener un protocolo general de actuación. Un salto térmico amplio entre diferentes zonas, entre salas o habitaciones, es muy incómodo y poco saludable. Con esta premisa como base, si sólo hay aire acondicionado en el salón, por ejemplo, puede interesar tener las puertas abiertas mientras que si son varias las salas refrigeradas puede convenir cerrarlas para independizar las diferentes necesidades.
5. Minimiza el uso de luces y electrodomésticos
No es recomendable encender luces para evitar la penumbra provocada por un excesivo celo a la hora de impedir el acceso del sol a través de las ventanas. No sólo estarás emitiendo más calor sino que además tendrás que pagar más en la factura eléctrica. Deja que la luz se cuele lo suficiente por las rendijas de las persianas. Puedes abrir las cortinas interiores, porque no son buenos aislantes e impiden el paso de la luz. Si tienes lámparas de varias bombillas, puedes quitar alguna o encender sólo lamparitas de mesa. La mejor solución técnica puede ser un sistema de aprovechamiento de luz natural que regule el nivel de iluminación en función del aporte de luz natural.
Los electrodomésticos también emiten calor. Especialmente el horno, el lavavajillas, la lavadora o la secadora. Es mejor si los utilizas en las horas de menos temperatura atmosférica y cuando no tengas que quedarte en la cocina. Utilizar electrodomésticos altamente eficientes energéticamente favorecerá el ahorro.
6. Mantén el aire acondicionado en torno a los 26º
El uso adecuado del aire acondicionado puede acarrear un ahorro de hasta el 30% en la factura eléctrica. Mantén una temperatura constante en torno a los 26º. Por cada grado de frío, el gasto energético se dispara entre un 6 y un 8%. En casa, lleva ropa ligera.
El mantenimiento de la instalación también es importante. El polvo u objetos extraños en los filtros y entradas y salidas de aire empeoran el rendimiento del equipo. A partir de ocho-diez años, deberías ir pensando en renovarlo si observas que el rendimiento del mismo disminuye claramente.
7. Optimiza el uso de agua caliente
En verano es habitual que se reduzca el consumo de agua caliente, especialmente en la ducha. Aún así, es inevitable que para algunas tareas del hogar como fregar los platos, poner lavadoras o lavavajillas se utilice el agua caliente. Esto puede hacer que, si las tuberías de la casa son antiguas o están mal aisladas, aumente la temperatura interior debido al recalentamiento que se produce con el paso del agua caliente por las conducciones.
Un buen sistema de aislamiento en la red de tuberías no sólo ayuda a mantener la temperatura deseada, sino que permite un uso más eficiente de la energía, pues se desperdicia menos energía calorífica, lo que puede suponer un ahorro que también interese considerar. Por otro lado, el uso de la energía solar para producir agua caliente sanitaria produce unas inversiones o gastos iniciales que se recuperan a corto plazo.
8. Rodéate de plantas
El agua, al evaporarse, hace bajar la temperatura del ambiente. Aprovecha este recurso que te da la naturaleza y, si tienes terraza o jardín, regarlo te ayudará a reducir la temperatura un par de grados. Utilizar especies adaptadas a la climatología del lugar permitirá no consumir agua de riego en exceso.
Si tu vivienda no dispone de un espacio amplio en el exterior que sea posible remojar, una solución puede ser colocar plantas y maceteros en las ventanas, que al absorber los rayos de sol crearán una película de frescor que el aire esparcirá por la estancia en la que se encuentre. Como comentario, las plantas con flores transpiran más por sus hojas que las que no las tienen.
Plantar enredaderas también da muy buen resultado porque crea una capa de vegetación en la fachada que hace las veces de aislante natural. Si la trepadora es caduca permite aprovechar los rayos de sol del invierno, y si se regula su implantación y crecimiento mediante celosías o elementos similares se impedirán posibles efectos contraproducentes en las fachadas y revestimientos.
9. Mejora el aislamiento en paredes y techos
Tener un buen aislamiento en paredes y techo puede llegar a reducir más de un 30% los gastos en refrigeración. Para asegurarte de que el calor no entra por estas partes de tu hogar, aplica materiales aislantes de la forma más adecuada a cada situación. En el mercado hay multitud de soluciones, desde las más sencillas como pinturas que reflejan la luz y desvían el calor, hasta las más sofisticadas, como fachadas ventiladas: un sistema de doble hoja cuyas capas están separadas por material aislante y una cámara de aire que protegen el interior de las altas temperaturas, que además reduce los puentes térmicos. Déjate asesorar por un técnico cualificado, que te propondrá la mejor solución teniendo en cuenta la ubicación de la casa, su orientación y tamaño.
10. Decora para el verano
Detalles como los muebles, los colores de las paredes o los sofás pueden influir mucho en la sensación térmica de una vivienda. Por ejemplo, los muebles de madera ayudan a regular la humedad de las habitaciones. Si tienes alfombras, es recomendable retirarlas en verano, y cambia las fibras sintéticas por las vegetales, que absorben mejor la humedad y el calor.
Mejor que los sofás sean de materiales naturales como el lino o el algodón. Si son de cuero, o peor aún, de piel sintética, es fundamental que utilices una funda. En cuanto al color, escoge colores claros tanto para muebles, cortinas, estores o paredes. Absorben menos calor y reflejan mejor la luz, si bien hay que buscar un equilibrio con cierta cantidad de colores oscuros para conseguir una instancia cómoda desde el punto de vista visual
Fuente: elblogdelasventanas